HIJOS relacionó el fallecimiento del médico Halac con la causa por la apropiación del Melli Valenzuela Negro

Página 12 - 24/09/18

Eduardo Halac apareció ahogado en el pozo de agua de su casa y la causa se caratuló como muerte dudosa.

Una muerte oportuna que levanta sospechas

Por Sonia Tessa

La muerte del médico neonatólogo Eduardo Halac, en la madrugada del jueves, al caer en un pozo de agua en su casa del barrio Rivera Indarte de Córdoba puede pasar desapercibida, como así también su calificación como “muerte dudosa” por parte del fiscal Ernesto de Aragón. No debe ocurrir. Para HIJOS regional Paraná es “inmensamente sospechosa”. “Justo cuando la pista de Córdoba como posible destino del Melli Valenzuela Negro se hace pública, el médico muere de forma extraña”, denuncian. Como no creen en las casualidades, desde HIJOS recuerdan que “en la clínica de la familia Halac se formaron en neonatología los socios del IPP acusados por la retención y ocultamiento de los mellizos. Esto nos hace recordar al militar Paul Navone, que apareció suicidado en la misma provincia el día que debía prestar declaración indagatoria por estos mismos hechos”. El comunicado de HIJOS exige “una investigación a fondo de la posible vinculación de la muerte de Halac con la apropiación del Melli”. Todo esto ocurrió en una semana crucial en el juicio en el que es querellante Sabrina Gullino Valenzuela Negro, quien recuperó su identidad el 23 de diciembre de 2008. “¿Dónde está el Melli?”, es la pregunta que sostienen día a día los organismos de derechos humanos en el proceso oral y público a Miguel Torrealday, David Vainstub y Jorge Rossi, tres médicos propietarios del Instituto Privado de Pediatría de Paraná, por la apropiación de los hijos de Raquel Negro y Tulio “Tucho” Valenzuela. El jueves pasado, en un careo con Sabrina, la enfermera Stella Maris Cuatrín repitió que el niño fue llevado a Córdoba, está bien y es profesional. El rompecabezas de este proceso, que deja al descubierto la responsabilidad civil durante la dictadura, también permite vislumbrar una trama densa.

Negro y Valenzuela fueron secuestrados el 2 de enero en Mar del Plata, estuvieron cautivos en la Quinta de Funes, cerca de Rosario. El simuló colaborar, se escapó y denunció en México el plan del entonces jefe del Comando del II Cuerpo de Ejército Leopoldo Galtieri para matar a la cúpula montonera. Ella quedó como rehén, dio a luz a los mellizos en el Hospital Militar de Paraná y fue asesinada. Los mellizos fueron trasladados al IPP, donde fueron anotados como Soledad López y NN López. Según declaró el represor Eduardo Costanzo en la causa Guerrieri (donde se investigó la privación ilegítima de la libertad de los militantes y la desaparición de Raquel), a la mujer la mataron y la niña fue llevada, el 27 de marzo de 1978, al Hogar del Huérfano de Rosario, donde fue abandonada por dos integrantes de la patota del Ejército. Esa pista permitió llegar a Sabrina, en diciembre de 2008, quien había sido adoptada de buena fe por una familia de Ramallo.

La restitución de la identidad de Sabrina se dio en el marco de la investigación en instrucción por los delitos de lesa humanidad cometidos en el Hospital Militar de Paraná. Navone había sido el jefe de ese hospital en el momento de los hechos, debía declarar en febrero de 2008, pidió una prórroga y en el medio apareció muerto. “Adopto esta decisión como el mejor camino para mí”, escribió en una carta dirigida al juez.

“Tucho no era cualquier militante montonero para ellos. A mi mamá Raquel la secuestraron el 2 de enero, nosotros nacimos el 3 de marzo, tuvieron dos meses para decidir qué hacer con ese bebé, en esa época no se sabía que eran mellizos hasta poco antes de nacer. A ella la hicieron ir a dos controles. No la estaban cuidando a ella, si después la mataron. Estaban cuidando al embarazo”, reflexiona en diálogo con PáginaI12 Sabrina Gullino Valenzuela Negro. En el segundo control, Raquel le promete a Jaime Dri que se escaparan a su vuelta, pero no la vuelven a llevar a la Quinta de Funes. “Está 15 días internada –anotada como sobrina de Galtieri– en el hospital Militar de Paraná. Nacemos, a ella se la llevan, los dos bebés quedamos en terapia intensiva. Navone era el teniente coronel que era el jefe de toda esa parte del hospital de Paraná”, rememora Sabrina, que está inmersa en la investigación, en la búsqueda de su hermano y todavía conmocionada por esta nueva muerte que le permite vislumbrar que si bien el juicio contra los propietarios del IPP es una pieza importante en su búsqueda, hay algo más grande en juego. En esta cadena de responsabilidades, en septiembre de 2008, siempre con el juicio de Hospital Militar de Paraná en marcha, Juan Zaccaría, que había sido el responsable de la terapia intensiva en esos días de 1978, había aparecido en su celda, con apariencia de haberse querido ahorcar con un cinturón, pero vivo. A la directora del hospital donde lo internaron le dejaron una amenaza. “Decile que se salvó en la cárcel, pero en el hospital lo vamos a hacer mierda”, era el mensaje.

Para Sabrina, queda claro que el Melli –así le dice a su hermano a falta de más datos– forma parte de “este concepto de botín de guerra, alguien se lo ha quedado. El Melli estaba destinado a alguien, porque tuvieron dos meses para decidirlo. A mí me dejaron abandonada es decir que con algo se han quedado”. “Para qué van a cuidar tanto un embarazo de una bebé después dejan abandonada”, se pregunta.

El juicio que comenzó el 6 de agosto en Paraná es contra tres médicos, que eran propietarios del IPP, junto a otro, Ángel Schoreder, que ya falleció. “En este juicio oral y público nos enteramos que al Hospital Militar entra un médico del IPP con una enfermera, que nos va a buscar con una incubadora”, agrega Sabrina.

Los tres médicos están imputados por la responsabilidad al “haber dado ingreso, permitir la permanencia y la supervivencia de los mellizos y su egreso en manos de personas que no acreditaban cómo y bajo qué título o responsabilidad lo tendrían, y con eso retenerlos y ocultarlos de quiénes son sus legítimos tenedores. Y todos los aspectos que mostraban a las claras que ellos sabían cómo habían nacido los mellizos y en qué condición habían sido derivados al IPP”, explica Sofía Uranga, abogada querellante de la causa en curso. El titular del tribunal unipersonal es Roberto López Arango y el fiscal es José Candioti. Uranga –abogada de HIJOS Paraná– explicó que los médicos tenían una “soberanía total” sobre lo que ocurría en la clínica de pediatría. De hecho, una de las enfermeras que declaró en la causa dijo que “nada ocurría sin que lo decidiera Torrealday”. De hecho, la enfermera Cuatrín también indicó que eran los propios médicos quienes monitoreaban la salud de los bebés, que fueron dados de alta el 27 de marzo de 1978. El rastro del varón se detiene allí.

Cómo llegaron los bebés al IPP es otro dato que surge del juicio en curso. Hubo una primera consulta al hospital público materno infantil San Roque de Paraná, cuyo jefe era también Torrealday. En el sector privado –además de mediar algún interés económico– era más sencillo recibir a dos bebés sin padres, ni familiares conocidos.

Ahí aparece la conexión con Eduardo Halac, hijo de Jacobo Halac, fundador del Instituto de Neonatología y Pediatría de Córdoba, más conocido por su apellido. Torrealday era amigo de la familia Halac. De hecho, los médicos de Paraná fueron a formarse al Halac. Además, Torrealday visitaba a frecuentemente a su amigo en Córdoba. “La pista de Córdoba la tenemos desde el juicio del hospital militar, pero era una entre tantas. Había una posibilidad que hubieran llevado al Melli al instituto de Halac”, dice Sabrina.

Una prueba fundamental para el juicio es el libro de ingresos y egresos. “Cuando empieza este juicio, lo que teníamos era ese libro como prueba documental, ellos siempre lo atribuían que lo había escrito una administrativa que ya falleció. Se pidió una pericia caligráfica y de allí salió sin lugar a dudas que al Melli lo anota la enfermera Marta Ofelia Gómez como NN López y a mí Cuatrín, como Soledad López. Por eso el tribunal las vuelve a citar a declarar”, relata Sabrina sobre el devenir del proceso. Las dos son enfermeras. Gómez dijo que no trabajaba en el IPP en esa época, pero eso quedó desmentido. El jueves pasado, cuando Cuatrín quiso eludir las respuestas, enfrentó un careo con Sabrina. Eso surgió porque Cuatrín le hizo saber a Sabrina que después del juicio iba a hablar. Sabrina la fue a ver apenas recibió el mensaje. Allí la ex enfermera le dijo que si a la niña la llevaron a Rosario, el niño fue a Córdoba, porque Torrealday y su madre habían alquilado un chalet en esa provincia y tenían mucha vinculación con Halac. También le confió que el mellizo vive todavía allí y es médico. “Me lo dice a mí, cuando la citan a ampliar la testimonial, ella no lo dice, pero mis abogados le preguntan y hacemos el careo”. Finalmente, la enfermera confirmó todo, y quedó flotando que sabe aún más. Jacobo Halac estaba vinculado con una asociación cristiana de adopción. El hijo es quien murió de manera dudosa el jueves por la madrugada. Y si bien en la década del 70 estuvo en Estados Unidos, hasta su muerte formó parte del Instituto familiar.

En el caso de Sabrina y el Melli hay muchos datos, pero faltan aún testigos que lleven al hombre, hoy de 40 años. En esa reconstrucción, la mayor parte de los datos los dieron las enfermeras del Hospital Militar y algunas del IPP. Una de ellas, después de declarar, le dijo a Sabrina: “Tu hermanito era hermoso”. El pacto de silencio de los médicos parece inquebrantable. Hoy declaran una médica de Paraná, Amalia Niveyro y dos enfermeras. Una de ellas, de Córdoba. “Evidentemente, las enfermeras en este caso no han dicho todo lo que saben. Siempre tengo expectativas de que se rompa el pacto de silencio”, dice Sabrina.

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