Mollaghan salvó a Giménez por sus dichos sobre Zitelli

El arzobispo dijo que el cura de la Catedral sólo quiso pedir por su amigo y no evaluar la situación judicial.

El arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan

Diario El Ciudadano - 01/12/2011

El arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, aseguró que el párroco de la Iglesia Catedral, Raúl Giménez, no quiso “hacer una evaluación” sobre la “situación judicial” del sacerdote Eugenio Zitelli –detenido en una causa por crímenes de lesa humanidad– cuando realizó una petición por él durante una misa, sino que sólo intentó “pedir con caridad por quien conoce en razón de haber sido su condiscípulo desde el seminario”.

Así, la máxima autoridad eclesial de Rosario le bajó el tono a los dichos del párroco de la Catedral, quien se refirió a la situación de Zitelli el viernes 18 de noviembre pasado durante una misa matinal, luego de que la Justicia federal rosarina lo citara a declarar y lo dejara detenido con prisión domiciliaria por su presunta participación en delitos contra la humanidad, cometidos durante la última dictadura.

Según contó al diario Rosario/12 la periodista Susana Pozzi, asistente a la misa en la que Giménez pidió por Zitelli, el párroco de la Catedral “pidió realizar una petición personal por mi querido amigo, un sacerdote que por estas horas está pasando momentos difíciles pues está siendo injustamente acusado de cosas que no cometió”.

Si bien lo mencionó, sostuvo que a su querido amigo “lo acusan de haber sido partícipe de torturas y violaciones cuando era capellán” de la Policíade Rosario, durante la última dictadura.

“Mi amigo sólo fue capellán, son mentiras todas esas cosas que se dicen por estas horas, no torturó ni avaló violaciones como dicen. Sólo por haber sido capellán lo están injuriando”, abundó Giménez, según el testimonio de Pozzi.

De acuerdo a la feligresa, el sacerdote sostuvo además ese día: “También es mentira que esté detenido, pues por estas horas está en una casa de retiro que tenemos en Zavalla con una discreta vigilancia”.

En una nota de respuesta enviada a organismos de derechos humanos, quienes le habían pedido explicaciones por los dichos del sacerdote que está al frente de la Catedral, monseñor Mollaghan lo exculpó, al asegurar que “el celebrante ha manifestado que en esa ocasión, su deseo fue pedir con caridad por quien conoce en razón de haber sido su condiscípulo desde el seminario, y por los años de ministerio sacerdotal transcurrido, y no hacer una evaluación sobre su situación judicial en cuanto capellán de la Policía de Rosario”.

En otro párrafo de la nota enviada a los organismos de derechos humanos, el arzobispo rosarino recuerda que “monseñor Zitelli se encuentra detenido por orden de la Justicia federal, con prisión domiciliaria en una casa de retiro de la localidad de Zavalla, observando lo que se debe observar”. Vale aclarar que, en este caso, el verbo observar es utilizado como sinónimo de cumplir.

“En cuanto a la situación judicial del sacerdote Zitelli –sigue la respuesta de Mollaghan–, este arzobispado respondió en varias ocasiones a los requerimientos de la Justiciay está a su disposición en lo que corresponda”.

Así, el arzobispo local dio una respuesta salomónica: exculpó al sacerdote que se refirió a la situación de Zitelli y aclaró que la Iglesia no se interpondrá en el camino de la Justicia, atento a que Giménez sólo pidió por un amigo.

Zitelli fue hasta hace unos meses titular de la parroquia San Pedro de la ciudad de Casilda. Desde la década del 60 y hasta finalizada la última dictadura ocupó el cargo de capellán de la Policía de Rosario. Numerosos testimonios de sobrevivientes del Servicio de Informaciones (SI), donde funcionó el centro clandestino de detenciones más importante de la provincia, lo imputan de justificar las atrocidades cometidas por los represores en el campo de concentración y de participar, incluso, en la sala de tortura.

A instancia del fiscal federal Gonzalo Stara, que envió al Juzgado federal Nº4 de Rosario los testimonios brindados por los sobrevivientes en las audiencias del juicio oral y público de la causa Díaz Bessone, el juez Marcelo Bailaque lo convocó a declaración indagatoria y decidió que quede en prisión domiciliaria.

El magistrado debe resolver ahora si lo procesa o lo exime de responsabilidad, al menos en esta instancia de la investigación judicial, por los delitos que se lo imputan. El cura Giménez ya lo absolvió, pero la justicia del hombre aún no.

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