Caso Reinhold Siver: Tres condenas por una apropiación

Página/12 - 09/06/2015

Adriana Reinhold, tía de la joven que recuperó su identidad en 2011, luego de escuchar la sentencia.

Por Ailín Bullentini

El matrimonio que la anotó como propia recibió ocho años y seis años y medio. El médico que firmó el acta falsa, cinco. “Lo principal es que hubo justicia. Para nosotros esto era importante”, dijo la tía de la joven, Adriana Reinhold. 

El presunto desconocimiento sobre el origen de Florencia Laura Reinhold Siver del que se valieron Juan Carlos Lavia; su esposa, Serafina Marchese, y el médico Francisco De Luca para insistir en su inocencia no fue suficiente: el Tribunal Oral Federal número cinco los declaró culpables de la apropiación de la joven, que nació mientras sus padres, aún hoy desaparecidos, estaban secuestrados en la ESMA. Lavia fue condenado a ocho años de cárcel. Su esposa, a seis años y seis meses. El médico, a otros cinco. Hasta que la condena no quede firme, ninguno quedará encerrado.

“Lo principal es que hubo justicia. Para nosotros esto era importante, no por años de cárcel, sino por escuchar la palabra ‘condena’ ahí adentro”, evaluó Adriana Reinhold, tía paterna de Florencia Laura. La sentencia se leyó en la Sala AMIA de los Tribunales de Comodoro Py. Los familiares de Florencia Laura Reinhold Siver y los que pertenecen al círculo de sus apropiadores comenzaron a llenar los lugares correspondientes: arriba los allegados a los acusados –hermanos, hijas y sobrinos del matrimonio de Lavia y Marchese; y también de De Luca–; abajo, los tíos y primos biológicos de la joven compartieron butacas con miembros de Abuelas de Plaza de Mayo. Más temprano, los acusados habían rechazado la posibilidad de dar su versión de los hechos antes de que los magistrados definieran su veredicto.

El TOF 5 consideró que los hechos debatidos en el juicio constituyen crímenes de lesa humanidad, por lo que rechazó de plano el pedido de prescripción que el abogado de los acusados había solicitado en sus alegatos de la semana pasada.

Susana Siver parió en el Hospital Naval de la ciudad de Buenos Aires, en enero de 1978, a la hija que tuvo con Marcelo Reinhold. Hasta allí la habían trasladado miembros de la patota que mandaba en la ESMA, en donde estaba secuestrada desde agosto de 1977. El mismo día en que los matones de la última dictadura la habían atrapado a ella, que estaba en una reunión de amigos en la casa de sus suegros en el oeste bonaerense, también llegaron a Marcelo, que caminaba por la ciudad de Buenos Aires. Ambos continúan desaparecidos. Susana volvió al chupadero con Laura –así la había llamado– y allí estuvo con ella algunos días hasta que el genocida Héctor Febres se llevó a la nena en un moisés muy coqueto, según el relato de varias sobrevivientes de aquel infierno que echaron luz sobre aquellos tiempos oscuros en la vida de los tres.

Laura la había nombrado su mamá, un nombre que Reinhold Siver recuperó 33 años después, cuando el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos reveló lo que ella ya sospechaba casi con rigor de verdad. A partir de entonces, sumó el Laura al Florencia, como la llamaron sus apropiadores. En febrero de 1978, Lavia y Marchese la recibieron en la calle, de manos del médico Aldo Chiappe, acusado de atender a mujeres embarazadas víctimas del terrorismo de Estado en la ESMA. Florencia Laura iba en aquel moisés coqueto en el que Febres la había colocado cuando la apartó para siempre de su mamá. Con la ayuda de De Luca, que puso su firma, falsificaron su certificado y su partida de nacimiento y la inscribieron como hija propia, nacida en la casa familiar. Desde entonces y hasta agosto de 2011, aquélla fue su identidad.

Para el TOF 5, quedó acreditada la responsabilidad de los tres acusados en la apropiación de Florencia Laura. A Lavia y a Marchese los condenó por haber ocultado y retenido a la hija de Marcelo Reinhold y Susana Siver, haber alterado su estado civil y haber falsificado ideológicamente los documentos que acreditaban su identidad. El castigo fue de ocho años de prisión para él y seis años y medio para ella. La conclusión del tribunal, integrado por los jueces Oscar Hergott, Adriana Palliotti y Daniel Obligado, se acercó bastante a los pedidos realizados la semana anterior por la fiscalía y la querella, a cargo de Abuelas de Plaza de Mayo. El fiscal Miguel Angel Palazzani y los abogados Alan Iud y Pablo Latchner habían solicitado diez años de cárcel para Lavia y ocho para Marchese.

En cuanto al obstetra, el fiscal había pedido siete y los letrados en representación del organismo de derechos humanos, seis y medio. Para los magistrados, De Luca resultó responsable de la falsificación ideológica del certificado de nacimiento de Florencia Laura, lo que lo volvió partícipe de la falsedad de su partida de nacimiento y su documento de identidad. Recibió una condena de cinco años de cárcel e inhabilitación para ejercer la profesión por la misma cantidad de tiempo. Ninguno quedará detenido hasta que la sentencia quede firme. De todos modos, se presume que cumplirán las condenas en sus hogares, ya que los tres están cerca o superan los 70 años.

“Estoy bastante conforme. Uno viene acá entregado, sin saber qué puede pasar. Pero hoy tuvimos justicia”, consideró la tía paterna de Florencia Laura, que la buscó junto a su familia, la de Susana y Abuelas de Plaza de Mayo desde que supo que había nacido. Ayer, tras la condena, se declaró en “estado de shock” y con los “sentimientos encontrados”. Su sobrina no estuvo presente en la lectura y tanto el proceso de recuperación de su identidad cuanto la puesta en marcha del juicio en contra de sus apropiadores son pasos que no le resultaron fáciles de dar. “La sensación de que fuera yo la que destapara la olla siempre me pareció muy pesada”, había declarado ante el tribunal durante la primera audiencia del debate. Cuando tenía 21 años, Lavia le aconsejó acercarse a Abuelas de Plaza de Mayo porque “existían” posibilidades, le dijo, de que fuera hija de desaparecidos. “Le dejó la responsabilidad a ella”, consideró Reinhold. Para ella, la condena de ayer fue “el principio del fin”: “Ahora que está la verdad dicha, tenemos que empezar a pensar qué hacemos con ella”, concluyó.

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