No estamos discutiendo números

Por Federico Lorenz

No discutimos la cantidad de las víctimas del terrorismo de Estado. Nos gustaría saber qué pasó con todos y cada uno de los desaparecidos, pero no somos nosotros los que elegimos la metodología perversa de la desaparición forzada de personas. 
Trabajamos para que los crímenes sean castigados, para profundizar en el conocimiento histórico de aquellos años, que es lo que va a poner en su justo lugar a los que queremos, y a los que no.
Que un personaje pequeño retome argumentos berretas no tiene que distraernos de la tarea principal: conocer, preguntar, aunque duela, aunque las respuestas no nos gusten.
Pero no estamos discutiendo números. Es una discusión vieja e inútil: la cantidad ni aumenta ni disminuye la responsabilidad social, con distintos niveles, sobre lo que sucedió.
Si le damos entidad a un arribista de la memoria como Lopérfido, o quien sea, estamos minando nuestro propio trabajo. No es esa la discusión, aunque siempre trataremos de acercarnos a todos y cada uno de los que faltan. Ya se probó el crimen, y decidimos, como sociedad, y en forma mayoritaria, juzgarlo. Ojalá un día podamos decir: son 14321, 25000 o 30000. Lo mejor hubiera sido no tener que buscar a nadie nunca. Pero la historia es lo que es, a pesar de sus negadores o relativizadores. Y nosotros no tenemos que perder de vista que queremos estar del lado de los que preguntan, con fundamento, de los que recuerdan, para construir, para que no sea todo lo mismo. Reducir la discusión a la cantidad es anular las preguntas sobre los que se beneficiaron con la matanza. No hay que entrar en eso.

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