Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas cumple 40 años

Página12 - 24/09/2016

“El desafío es sostener la lucha en el nuevo marco que da el cambio político”, dijo Lois. Imagen: Sandra Cartasso

«Una historia de lucha y luchadores»
   

Por Ailín Bullentini

En diálogo con Página/12, Graciela Lois desgranó el
derrotero del origen y el recorrido de la asociación. Destacó la desazón
que provoca que después de cuarenta años estén pidiendo por otra presa
política, Milagro Sala.

Graciela Lois integra Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones
Políticas “desde sus primeros meses”, así que el cuadragésimo
aniversario del organismo es casi el suyo. Acomoda sillas en una de las
salas del espacio que, dentro de la ex Esma, les sirve como sede. Evalúa
junto a Claudio Morresi, otro integrante del colectivo, qué
gigantografías con fotos que cuentan el camino recorrido formarán parte
del ámbito de la celebración, que sucederá esta tarde. Entre las muchas
que visten los pasillos del edificio hay una que la eternizó a ella y a
su compañero, Ricardo Lois –estudiante de Arquitectura, militante de la
Juventud Universitaria Peronista y desaparecido desde 1976–. Ultima
detalles e intenta resumir en un puñado de palabras la pila de años: “La
nuestra es la historia de una gran familia que encontró la homogeneidad
entre múltiples heterogeneidades; una historia de lucha y de
luchadores”.
–Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones
Políticas nació con la estrategia clara y diferenciada del resto de los
organismos de trabajar para los presos políticos. Hoy, uno de sus
principales reclamos es por la libertad de Milagro Sala.
–Parece mentira, pero cuarenta años después volvemos a hablar de
detenidos por cuestiones políticas. Lo de Milagro Sala y los otros diez
integrantes de la organización que están detenidos es inconcebible. Es
clara la intencionalidad política de sus detenciones, la arbitrariedad
manifiesta en su caso.
–A cuarenta años del nacimiento del organismo, ¿cómo evalúa su presente?
–Pienso que el desafío que tenemos es el de retomar el camino que
construimos desde el comienzo: el de sostener la lucha en el nuevo marco
que da el cambio de políticas que se produjo. Porque hubo un cambio,
eso está claro, pero que todavía está por verse cuánto nos afectará,
aunque hay señales claras que se están viendo. La mejor manera de
afrontarlos es seguir sosteniendo esta marca ética y moral que siempre
nos distinguió: seguir siendo organismos de derechos humanos que
luchamos por la memoria, la verdad y la justicia, lo que nos permitió
dejar un aprendizaje en la democracia argentina. Debemos mantener viva
esa llama. Vamos a tener que empezar a ver cuáles son la estrategias que
nos tendremos que dar en estos tiempos, pero sin duda lo que más duele
es que a cuarenta años tengamos que volver a rediscutir algunas cosas
que se suponían estaban claritas. Son momentos en los que necesitamos la
ayuda y el acompañamiento de la sociedad. Sobrevivimos todas las etapas
de esta país desde el último golpe. Con mayores o menores altibajos
¿Por qué no vamos a pasar éste?
–Plantea las diferentes etapas de la democracia argentina
como algo a lo que “sobrevivieron”. ¿Cómo analizan los gobiernos
kirchneristas?
–A nosotros nos costó siempre muchísimo todo. Hubo etapas en las que
logramos victorias, pero después de mucho esfuerzo, como la ley 24.321
de desaparición forzada de personas, que salió durante el menemismo y
que fue la primera ley en el país y en Latinoamérica de reconocimiento
del desaparecido como figura legal. Pero la historia era así, de avances
y retrocesos, hasta que llegó el kirchnerismo que propuso a la
reparación y a los derechos humanos como políticas de Estado. Fue una
meseta: el camino en subida se enderezó y costó menos, pero nunca
dejamos de avanzar. Ahora es cuestión de seguir: cargamos baterías y
seguimos.
–En su historia está clara la coordinación institucional con
el resto de los organismos, pero ¿qué diferencia a Familiares del resto?
–Siempre hicimos acciones conjuntas, siempre coordinamos
institucionalmente porque teníamos el mismo objetivo al que perseguíamos
por difertentes caminos. Cada organismo cumplía un rol, nadie sobraba.
Pero Familiares tiene el raro privilegio de haber nacido con la
dictadura y algunas marcas que lo diferencian. El primer grupo que se
reunió como Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones
Políticas fue un grupo de personas que tenían algo en común: eran
militantes políticos. En general, eran muy pocos los que se acercaron a
Familiares porque salían a buscar a sus hijos, hermanos, padres, yernos,
nueras por dónde pudieran. La mayoría sabía qué había pasado con sus
seres queridos. Lília y Lucas Orfano, Mauricio y Rosita Eisenchlas,
Hilda Velazco, Catalina Guagnini, Lidia Vázquez, Lita Boitano y a medida
que iban llegando se sumaban. Teresa Careaga, Ana Ponce de Bianco,
madres que iban a la Plaza y después venían a Familiares porque era más
política la cosa. También es cierto que asumimos la defensa de los
presos, cosa que salvo la Liga, aunque con ciertas diferencias, no
hicieron el resto de los organismos. Había familiares de presos que ya
estaban en contacto con sus seres queridos; personas que habían sido
encarceladas en el 75 y cuya situación el golpe vuelve muy muy difícil.
Se complican las visitas, no podían recibir más cosas. La situación
carcelaria durante el golpe fue espantosa.
–¿La conformación humana de Familiares define su estrategia? ¿Cuál era?
–Sí. Nos llamamos Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones
Políticas (y hace hincapié en esas dos últimas palabras) para definir
desde un primer momento que nosotros sabíamos que los motivos por los
que se desaparece y se detiene son políticos. Nuestra intención siempre
fue registrar las denuncias, difundir lo que pasaba a la mayor cantidad
de personas posibles y atender la situación de las familias de los
presos políticos.

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