El sobreviviente que fue testigo en la CIDH

Rosario 12 - 06/06/2019

Shilmann declaró ayer en memoria de sus compañeros desaparecidos. Imagen: Andres Macera

Por Alicia Simeoni

Quien fuera el protagonista del caso testigo tomado en Rosario por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en septiembre de 1979, Sergio Hugo Schilmann, declaró ayer por la mañana ante el Tribunal Oral Federal Nº 2 y en el marco de la causa Feced 3 para dar testimonio de la detención ilegal de la que fue víctima -aunque durante las casi dos horas de intervención señaló que este cargo no fue aceptado por la Cámara de Apelaciones para ser incorporado como parte de su querella-, y por los tormentos recibidos mientras estuvo en el ex centro clandestino que funcionó en el Servicio de Informaciones de la policía. Shilmann ubicó la presencia de los represores Carlos Ulpiano Altamirano, alias 'Caramelo' y Alberto Antiovanni a quienes vio en el momento de su detención y a José Rubén 'El Ciego' Lofiego -a quien se podía ver por la pantalla de un televisor desde su lugar de detención-, Julio César 'El Ronco' Nast y Mario Alfredo 'El Cura' Marcote.

Schilmann volvió a declarar ante la Justicia Federal después de casi cuarenta años de haberlo hecho ante el juez Ramón Carrillo Ávila, durante la dictadura cívico militar, quien lo devolvió a sus captores. En la mañana de ayer dio detalles pormenorizados de su detención en la puerta del que entonces era su domicilio, en avenida Godoy 3079, alrededor de las once de la noche del 22 de agosto de 1979. Allí entre los 7 u 8 hombres que recuerda que se lo llevaron describió a uno 'fornido', del que luego supo que era 'Caramelo' Altamirano y de Antigiovanni. Allí lo encapucharon con su propio pullover y lo golpearon antes de acomodarlo en el piso de un Peugeot 505 con el que dieron varias vueltas hasta llegar al SI. También dijo que fue Altamirano quien se lo cargó al hombro y lo llevaron hasta el primer piso de San Lorenzo y Dorrego donde ya lo esperaba un escritorio, la parrilla, en el cual después de quitarle la ropa comenzó a recibir las descargas eléctricas. "Los médicos que después me atendieron -ya en libertad-, calcularon que me habían aplicado 242 picanazos, los primeros en el pene, pero también en las axilas y en todo el cuerpo hasta llegar a la boca y las encías. Ya me habían roto la dentadura con los golpes primeros, mientras me preguntaban cosas que yo no entendía. Como militante de la Juventud Comunista estaba preparado para no hablar. Mientras me torturaban creo que en cierta forma olvidaba cualquier cosa que sabía, mi conciencia se cerraba para proteger aquello que estaba convencido que no debía ni quería decir", dijo Schilmann, quien expuso de manera pausada y se emocionó en un par de ocasiones, una de ellas al recordar a su padre Rodolfo Schilmann, también militante del PC que había estado detenido varias veces.

Schilmann explicó que el PC tenía una historia de clandestinidad, y por tanto tenía una formación y educación de autodefensa para la protección de la organización política.

Cuando ese 22 de agosto de 1979 fue detenido se cumplían dos años de la desaparición de Rubén' Tito' Messiez, dirigente del mismo Partido y por cuya situación se había hecho esa tarde una volanteada de la que él no había participado. La fecha coincide también con la de los fusilamientos de Trelew en 1972.

Schilmann habló de Lofiego como quien estaba mientras lo torturaban y daba las órdenes para que "no me quemaran" o para que "me enfriaran porque me estaban pasando mucho". Cuando a las dos de la mañana del día 23 entró a la jefatura el llamado del apoderado del PC Alberto Jaime, fue la voz -a la que calificó como 'inconfundible'- del Ronco Nast a quien escuchó gritar: "Mátenlo a ese hijo de puta que ya están llamando para ubicarlo". Schilmann explicó que "como se sabía que la CIDH venía al país, se suponía que deberían haber sido más 'prolijos".

Los otros pasajes importantes tuvieron que ver con el encuentro en el mismo edificio en el que hoy estuvo con el entonces muy joven abogado, Rodolfo Shcoler y con su padre. "Rodolfo, desde unos metros hablaba y hablaba y me levantaba el ánimo", contó. Pero claro, Carrillo Ávila casi lo sorprendería cuando pese a su denuncia por los tormentos recibidos -se levantó la ropa y le mostró su cuerpo- le dijo que no le podía tomar ese testimonio porque estaba allí por otra causa, la violación a la suspensión de la actividad de los partidos políticos. Así lo devolvió con Lofiego -que había preparado y tecleado personalmente una falsa declaración- y también en Tribunales encontró a Marcote, quien le aconsejaba que no se hiciera pegar. Marcote fue denunciado tiempo atrás por Stella Hernández como el 'violador serial' del SI.

Cuando recuperó la libertad, el 28 de agosto, estuvo internado en terapia intensiva y en estado de coma en el Sanatorio Cami (Pellegrini al 1300) y recién el 18 de septiembre lo entrevistó la CIDH. Ayer hubo declaración de testigos por la querella, patrocinada por cuatro abogados de APDH, entre ellos Gabriela Durruty y Jésica Pellegrini. Se presentaron el médico Juan José Bentolilla, ex jefe de terapia intensiva, la médica Dora Bellmann, quien lo sacó oculto en su auto del mismo sanatorio, su hermano Jorge Schilmann, Enrique Llopis, el también abogado Vildor Garavelli y José Shapiro. Schilmann pidió Justicia y Nunca Más en memoria de Juan Ingalinella, de Rubén 'Tito' Messiez, de Orlando Finsterwald, y de los 30.000 detenidos-desaparecidos.

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